“LOS EXTRAVIADOS” DE CLAUDIA VILA MOLINA – Reseña de Emilio Barraza Durán

 

LOS FANTASMAS Y SUS REFLEJOS EN

“LOS EXTRAVIADOS” DE CLAUDIA VILA MOLINA

Los Extraviados de Claudia Vila Molina es un libro que encierra la sutileza y la fascinación del mundo fantasmagórico. No se trata de textos de terror al más puro estilo gótico o romántico. Es algo más profundo que eso: son los fantasmas que todos llevamos dentro, esos seres que se niegan a desaparecer de nuestras vidas, seres que pinchan nuestras memorias y se distribuyen a lo largo de sus laberintos cotidianos.

Para el escritor español Javier Marías, un libro es un fantasma al cual hay que despertarle el ánimo. El autor (médium, facilitador) está destinado a revivir sus propias fantasmagorías, a purgar sus fantasmas interiores proyectados en diversos planos de la realidad. Claudia Vila Molina exorciza su mundo interior mediante una hablante plural que adquiere diversas voces sin tiempo ni edad. Sus extraviados son seres que sutilmente dejan una huella una marca cargada de simbolismo que aparece en lo más simple y cotidiano de la existencia: pasillos, espejos, roperos, buses, vagones de trenes, organillos, cunas etc. se llenan de presencias invisibles que adquieren significancia humana. Esta aparición cotidiana se complementa con una naturaleza siempre activa y presente: lluvia, niebla, sol, frío, rayos, bruma etc. Aquí se trata de signos complementarios: todo está en la memoria episódica de la hablante, todo pasó y está pasando al mismo tiempo, el signo “extraviado” refiere a un significante que se presentiza en la palabra poética, pero se bifurca en los espejos y laberintos de la memoria, en ciclos que se repiten como ritos circulares de apariciones constantes.

El imaginario de la phantasmata en la poesía de Claudia Vila Molina, tiene proyecciones cotidianas que tocan incluso el aspecto histórico-político de la realidad chilena. Nos guste o no, la dictadura chilena dejó miles de muertos y desaparecidos, estos son nuestros “extraviados”, aquellos que todavía buscamos y esperamos saber qué pasó con ellos. Son presencias imborrables que circulan por este gran libro llamado Chile, son impalpables, pero están, creemos que murieron, pero nos gritan todos los días en este laberinto país que están más presentes que nunca.

“Dentro de mi cabeza construyo// el hospedaje de tus restos…

“A pesar de todo ella vuelve a pasear por los bosques //en un tiempo en que todo fue encerrado con llave…

“Nos conectamos con los desaparecidos//somos un cuerpo que se mueve voluptuosamente// y el tiempo nos cuenta una leyenda…

“Vecinos del lugar buscan cadáveres // entre las algas que recogemos a medianoche…”

Y el tiempo nos cuenta una leyenda, dice la hablante, como si fueran pocos todos los cuentos y leyendas que el Poder nos ha contado para ocultar la verdad. Vecinos del lugar buscan cadáveres, nos dice la hablante, y de inmediato pensamos en esos cuerpos que contienen ectoplasmas, que sigue circulando en la memoria colectiva de los chilenos.

Si el Poder oculta la verdad, si nadie escucha los dolores de los ofendidos, sólo queda esa conexión mimética que es la escritura, ese palimpsesto imborrable que rescata las memorias del olvido. Porque la verdad es falseada por el Poder, el deber del escritor es transformarse en un cronista de la fantasmagoría, rescatar y traer de vuelta a los extraviados, esos seres que, según Joyce, se han vuelto impalpables, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres…

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Claudia Vila Molina é profesora de lenguaje y comunicación de la PUCV, poeta, estudiante de Magister en Literatura Comparada en la universidad Adolfo Ibáñez.

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Emilio Barraza Durán, Profesor de Lenguaje, Poeta
Sociedad de Escritores de Chile
Sin Fronteras

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