RESEÑA AL LIBRO DE GABRIEL PALOMO PONCE – por Claudia Vila Molina

 

Reseña crítica literaria al libro de Gabriel Palomo Ponce
A Destiempo, Reminiscencias e Instantáneas (2022)

 

Caminar solo y sin rumbo por las calles, un día desocupado de noche. Había olvidado lo bien que se sentía

La estructura narrativa de A Destiempo, Reminiscencias e Instantáneas (2022) se compone de diversas narraciones, relativas a todo orden de cosas, por ejemplo: relaciones amorosas, amistades, entre otros. El ordenamiento lógico de cada una de las historias no se avizora bajo un eje predominante, más bien se exponen y se van significando cada una en sí misma y un aspecto interesante es que el lector puede interpretarlas libremente o asociar una con otra, para de este modo trazarse un mapa o esquema mental. Quizá algo parecido a lo sucedido en Rayuela (1963) de Julio Cortázar, obviamente en el itinerario que promueve Palomo.

Ello implica un juego permanente con el eje temporal, en la historia propuesta, y en este sentido sobresalen algunos elementos narrativos y contextuales interesantes para conectar entre sí y volcarse tanto hacia el interior del lector (interpretación) enfocados en la teoría de la recepción, así como el exterior de este (aspectos contextuales); a fin de cuentas, son oleadas del pensamiento humano con sus propios lapsos y, en conclusión, también ilusorios.

En este punto, ¿Quién podría decir con exactitud, la duración de un momento? cuya imagen es una instantánea que apenas conservamos. A veces eterna, y en otras ocasiones son solo segundos de este silencio inextinguible llamado tiempo. Gracias a nuestra reflexión podemos construir historias, y esa misma capacidad se refleja en este libro precisamente llamado A destiempo, reminiscencias e instantáneas (2022).

Adentrarse en este mundo implica mirar, hacia afuera y adentro, de nuestra historia personal, como lo hace el escritor Gabriel Palomo, quien nos otorga una visión particular de su propia forma de ver la vida, la cual está teñida , obviamente, por conceptos generacionales: “La algarabía de Marzo, arriba en forma de niebla, y con ella regresan los pendejos de uniforme a las calles, las fotos del primer día afuera de las escuelas(…) (02/03/19), a través de ellos nos reflejamos de manera local, sobre todo, quienes vivimos en este Chile de historias, memorias y evocaciones, que de algún modo, reflejan y permiten conocer nuestra idiosincrasia, como un aspecto relevante de los hombres y mujeres de este lado del mundo.

Por lo tanto, localizarse en este territorio, específicamente en los años 80-90 y 2000, en un lugar como Valparaíso, por ejemplo, por nombrar unos de los lugares señalados, involucra teñir nuestro recuerdo de cierta visibilidad del ser hacia el otro, ya que nos gusta reconocernos, mirarnos frente a frente y de este modo construir identidades: “Porque en las típicas reuniones familiares, cuando todos están a la mesa a propósito de una fecha popular, te lanzan las clásicas preguntas de siempre: cuándo va el trabajo, cuándo la novia y cuando sentarás cabeza” (08/12/15).  En la óptica mencionada, quizá sea más fácil, posicionarse y construir la realidad fragmentada que conocemos o nos desconoce, de cierta manera nos arranca pedazos que solemos apresar como ladrillos de nuestra propia construcción, lo cual también forma parte de ese gran segmento llamado memoria.

Sabemos que importante es construir la memoria de los pueblos, ya que nos permite como decía anteriormente, reflejarnos y reconocernos vitales, como integrantes y protagonistas de estos recuerdos en los que nos sabemos vivos y con derechos a seguir habitando este pedazo de tierra llamado Chile: “Una niña de la casa se pregunta por qué se escuchan tantos helicópteros en el cielo de noche. La mamá dice que nos están vigilando. Omite silenciosamente la palabra miedo (…) (25/10/19). Es significativo, asimismo considerar aquellos aspectos velados de nuestra memoria y representados como áreas complejas y dolorosas de nuestro recuerdo que quisiéramos olvidar.

Por otra parte, fuera del aspecto marcadamente regionalista, también se aprecian distintos niveles de la consciencia del ser humano reflexivo, de este modo, somos partícipes de la propia voluntad creadora y como nuestro pensamiento expresado a través de la palabra tiene ese don de hacernos recapacitar, nombramos las cosas para no terminar extintos. Luchamos constantemente contra la acción desgarradora del tiempo que destroza el fragmento que queremos rescatar, atesoramos fotografías, libros, u otros como una forma de conservar recuerdos vivos, en una lucha constante e imperecedera:

La memoria, incluso la denominada individual, se construye sobre la base de narraciones que constituyen formas de discursos y modos de organizar experiencias, por ejemplo, las pasadas, que son culturalmente dotados de significado, y que para ser inteligibles a la persona, grupo, sociedad o colectividad a quien se presentan hay que expresarla en relatos lógicos que muestren la verosimilitud de lo que se está recordando o relatando (Mendoza, 1).

El autor indica que los recuerdos acumulados en nuestra memoria poseen cierto orden discursivo y se almacenan de esa manera como un modo de contrarrestar el efecto pernicioso del olvido. Siendo así, la escritura nos permite exorcizar todo aquello que borra partes de nuestra propia historia personal, de este modo, conservamos fragmentos de nuestra cultura, nuestro legado se mantendrá a salvo del paso del tiempo y nos posibilitará, a su vez, poder reconstruir la historia de otros, tal y como hace el escritor Gabriel Palomo en su libro A destiempo, reminiscencias e instantáneas.

Esto nos hace reconocernos en estas fotografías como parte importante de un tiempo que construimos permanentemente y que aflora al leernos, la lectura es también una vía para poder observarnos y conservar el fragmento de tiempo que anuncia otras vidas, otros cuerpos, otros países, otros dialectos, aún no descifrados; los que esperan ser comprendidos, y ser parte imprescindible de nuestra vida.

Por ello, se agradece este compendio de historia y miscelánea de un tiempo valioso, porque nos reconocemos parte relevante, muchas veces testigos o en otras ocasiones, protagonistas de estas escenas íntimas de Gabriel Palomo, escritor que nos permite vislumbrar esta biografía como una suma de experiencias de un hombre que vive el momento, su experiencia entonces nos parece verídica y nos recoge a una época que continúa hablando, escribiéndose permanentemente, con nosotros o a pesar de nosotros mismos.

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Referencias bibliográficas
Mendoza García, Jorge. «Las formas del recuerdo. La memoria narrativa». Athenea Digital, 6, 2004, pp. 1-16.
Claudia Vila Molina, profesora de lenguaje de la PUCV
Poeta y crítico literario
Magíster en Literatura Comparada en la Universidad Adolfo Ibáñez

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Claudia Vila Molina, Valparaíso, Chile 1988. Cronista, poeta, profesor. Publicó el libro Rinconada. Crónicas del adentro y del afuera (2019) por Taller de libros de Ediciones Inubicalistas. Fue becario del taller de poesía de Fundación Neruda (2008). Figura en las siguientes antologías de poesía: Carta de ajuste, antología de poetas inéditos de Valparaíso (2008), Ediciones Cataclismo; Veinticinco peldaños de poesía porteña (2009), de Agrupación de Poetas Itinerantes Rubén Darío de Valparaíso; Plexoamérica, Poesía y Gráfica Morelia–Valparaíso (2013), de Centro de Investigaciones Poéticas Grupo Casa Azul, Ediciones Universitarias de Valparaíso; Antología errante, 24 poetas reunidos en torno a la palabra (2015), Editorial Puerto Alegre; y Plexoamérica. Poesía y Gráfica Venezuela–Chile (2019), por Páramo Editorial.