CIENTOSESENTAISIETEAVO ANUNCIO
Las llaves copulan en el libro de la tempestad.
Dos mujeres medievales están paradas en la puerta de una casa
Una es más alta que la otra
Solo se le distingue la nariz y la boca.
Me invitan a pasar a una tertulia
Sin antes decirme que tuvieron que pedir el permiso de “Ellos”.
Paso a un gran living
Donde azules velas en forma de centinelas
Desprenden grandes crestas de esperma.
Una de las mujeres medievales, la más alta
Pone su cabeza encima de una silla
Ofreciendo su cabellera como las cuerdas de un arpa.
Dice:” Toca estas cuerdas
A la primera pulsación de ellas
Tu alma erosionada por los misterios
Vagará por las hondonadas.
A la segunda pulsación de ellas
Saldrán las espinas de fuego de la promesa.
A la tercera pulsación de ellas
Una bestia mitad lobo mitad buitre
Con ramos invertidos en el cuello
Rescribirá el libro de la tempestad.
Dos mujeres medievales están paradas en la puerta de una casa
Una es más alta que la otra,
Solo se le distingue la nariz y la boca.
Me detengo frente a ellas
Las saludo, les pregunto por la casa
Les digo que si puedo pasar a ver
Cómo está el estado de la vid en el patio
Me contestan a coro y al mismo tiempo
Primero debemos pedir el permiso de “Ellos”
Y la puerta se cierra con un fuerte estrepito.
Anoche yo subía por una escarpada montaña
Abajo en las hondonadas todo estaba a oscuras
Tuve una sed desconocida
Espinas de fuego llevaba clavadas en el cuello
Llegue hasta la más alta y recóndita roca
Allí había una suerte de probeta
Y adentro la figura de un centinela azul
Parecían formar parte de un conjuro espermático
Al cual no podía restarme.
Cayó un aluvión de esperma azul
Rodé entre las almas erosionadas
Y antes de llegar a las hondonadas
Me sostuve de unas cuerdas de arpa que sobresalían de otra roca
Recordé, a la primera pulsación,
A la segunda pulsación, a la tercera pulsación
Y le di una cuarta pulsación a esas cuerdas
Y todas las espadas fueron estériles
Racimos de vid aparecen más abajo,
Y allí mismo como en una tertulia
Y sin el permiso de “Ellos”.
Fui la bestia mitad lobo mitad buitre
Que empezó a reescribir el libro de la tempestad
Como una copula de llaves,
Con una sed desconocida,
Rodeado de crestas de espuma que empiezan a solidificarse.
Dos mujeres medievales están paradas en la puerta de una casa
Una es más alta que la otra
Solo se le distingue la nariz y la boca
Aguardan mi paso
Ahora mi sueño piensa encima de espinas de fuego.
CIENTOOCHENTAIUNAVO ANUNCIO
Un olvidado rito había en la raíz de la espuma.
Mi sed y hambre seguían ese centelleo
Que coléricamente hacían que una fuente y un molino
Cayeran al mar al mismo tiempo.
Ponedme la venda que la niebla no pudo cazar
Para no ver cuando las sombras
Te unan a esos enloquecidos frutos,
No ver el vuelo de aquellos sinsontes
Llevándose los huesos de nuestros abuelos.
La furiosa iluminación mueve las cuerdas del cielo
Y cae todo lo que pendía de los balbuceos de la medianoche:
Cisnes, venas, hierbas, amonitas, anillos de niebla.
La copa virgen crea el alba,
Retienes a los ángeles con la raíz de la espuma.
Bajo a oscuras como un caballo con la peste de la lluvia
A un fuego que anticipa los parpados de las bestias.
Una fuente y un molino cayeron al mar al mismo tiempo.
¿Cuál de los dos preservara mejor
Los balbuceos de la medianoche?.
Un oráculo salvaje os lo dirá.
Ahora que tenéis un pedazo de amonita en las manos
Y lo arrojáis mucho más abajo,
Mucho más abajo, allí donde ya la niebla no puede cazar
Y las vendas flotan solas.
Tomad una, y ponédmela
No quiero ver esa iluminación furiosa
Mover las cuerdas del cielo,
Ni tus anillos de niebla uniendo el mar con la tierra,
La angustia quemaría cisnes, y hierbas.
Déjame escuchar en tu vientre
Esa fuente y ese molino que cayeron juntos al mar.
Que el molino responda cuando yo lo llame
Como si fueran los balbuceos de la medianoche.
Déjame verte, oh copa virgen crear el alba
Sin más testigo que mi propia sangre.
Déjame seguir viendo como en un olvidado rito
Como las sombras todavía te siguen uniendo
A esos frutos enloquecidos.
Anoche soñaste con tus abuelos
Sus huesos se los llevaba por los cielos un sinsonte.
Un molino al fondo del mar te revelaba
Donde estaba la fortuna de tu abuelo.
Una fuente al fondo del mar gemía
Hasta mover las cuerdas del cielo.
CIENTOOCHENTAYNUEVEAVO ANUNCIO
Oh, matrona de nebulosa
Asomate aunque sea un instante
A este circulo de hiel, donde fornican las salamandras.
Apiadate de nuestra memoria empozada
Sabemos que estas ocupada en llevarles medusas de hierro
A los que se ahorcan en el psiquiátrico.
Solo un instante, te pedimos
Arroja desde arriba la roca hechicera
Que caiga sobre los que perdieron sus cabezas de fuego
Haciendo contactos entre cementerios ebrios y eclipses negros.
Somos más antiguos que tù
Fuimos caballos de neblina que nunca terminaron
Ni de entrar ni salir del mar,
Danzamos en la profundidad del otoño
Y de las campanas y de las copas
Aprendimos a hacer màs poderosa nuestra sangre.
Oh, matrona de nebulosa
Asomate a este circulo de hiel, donde cantan las espinas
Llevas sin saberlo, nuestra iniquidad en la cara
Y aunque concertes una hora con el cirujano délfico en esos sotanos de espuma
No puedes dcspegarte nuestra iniquidad
Que es tambien la tuya
Que es tambien la de aquellos que beben sangre de caballo
Alumbrados por la lampara que enjuicia a los huesos.
Como ya vez muchos perdieron sus cabezas de fuego
Y esas cabezas de fuego anduvieron
Interfiriendo la regeneracion de las salamandras.
Algunos de nosotros tambien perdimos la cabeza
Nos ahorcamos en el psiquiátrico
Y luego nos vieron pasar junto a medusas de hierro
Rumbo a un círculo de hiel
Donde por primera vez te vimos asomada.
Otras veces te vimos salir del sotano de espuma
Después de tu hora con el cirujano délfico
Te reconocimos porque llevabas nuestra iniquidad pegada a la cara
Pero nos alejamos de ti
Amamos a sopranos muertas que colgábamos en el árbol del aceite
Cubríamos con papel calco las ventanas
Asi pasamos mucho tiempo en la clandestinidad
Y se empozò nuestra memoria
Y vimos a urogallos pelear sobre vino seco
Y una roca hechicera nos cayó encima
Se produjeron: milagros, venganzas, defenestaciones
Un eclipse negro hizo cantar a las espinas,
El círculo de hiel se cerrò hasta un punto ciego.
Rodrigo Verdugo: Santiago de Chile 1977). Miembro del Grupo Surrealista Derrame y Miembro del Directorio del Pen Club de Chile. Ha participado en exposiciones internacionales de surrealismo en España, Portugal, República Checa y Costa Rica. Es autor de:Nudos Velados, Ediciones Derrame, 2002, Ventanas Quebradas,Olga Cartonera, 2014 y Anuncio, Rumbos Editores, 2017.
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