A POESIA de Ulisses Varsovia

Fémina y sino

Su nombre pétalos rotos

que ni la voz ni la tinta,

del tiempo, como mis días,

y también sus pasos,

como si luz ofuscada

o sobresaltados sueños.

 

Ella el amor sus racimos

lo torrencial desgranado,

caótica incandescencia

como si cruel orfandad o islas,

unísono el grito al noches dormidas,

vástago de cómo lo solo y lo llanto.

 

Calles pálido cortejo,

desgarradora asunción muertos metales,

y cada a lo largo y ceniza,

y a las horas de una y viniendo.

 

De allí ella abasalena:

sobresaltados sueños

toda dimensión paralela asomados,

y sin vestigio crónico de uso

o malheridas ropas que testimonios,

sino que direcciones piélagos,

ubicua y ácrona y dormida.

 

Ella pues fémina y sino,

fruto tal vez eslabón amargo

en la implacable noche ejercida,

o exabrupto súbito deseo ciego

cuyo luego errante insubsistencia.

 

A mí entonces abasalena

cuando calles estepa y ceniza,

y prorrupciones lo nuestro de siglos,

y descenso al nada y elixir

donde adormideras nirvana y beleño.

 

Después su nombre exhaustos fonemas,

y su voz como cayendo al sueño,

y su cuerpo lentas defunciones,

hasta que pálido eco roído,

hasta que fugitivas sombras.

 

Ahora otra vez de allí aromas

y vorágine y sed y trama.

Fémina efímeras huellas,

subrepticia impronta empero,

de modo que lira en trance,

ensimismado aeda hurgando.
Pero su nombre navíos en la niebla.

 

in “Abasalena”

♦♦♦

Afrodita

Así caídos tus párpados,

así clausurada a la luz

tu fría vida sin vida,

desnuda entre las estatuas,

 

en vano mis tibios dedos

deslizando por tu piel

su arrobo de escultor ebrio

en el tránsito de las formas.

 

En vano mi boca hambrienta

sobre tus marmóreos senos,

en vano mi loco deseo

su fuego en torno al fuego yerto.

 

En un único movimiento

paralizada, en el acto

de desatar tu desnudez

sobre el tálamo silvestre,

 

caerías a la hojarasca,

y crepitarían las hojas secas,

muda, si no suspendido

del cincel tu cuerpo ebúrneo.

 

Así suspensa entre la rigidez

y el deseo, entre el fuego

y el frío eje curvado,

en tu cuerpo yerto la lucha

de dos enemigas fuerzas.

 

Y así tus párpados caídos,

así clausurada a la luz,

tu vida ninguna vida,

y ningún arrobo el deseo

de mis dedos infructuosos

por tu cuerpo deslizándose.

in “ Megalítica”, 1999)

          ♦♦♦

Clarividencia

 

Clarividencia cristal,

cristalina clarividencia

la poesía

envuelta en túnica talar,

huidiza en cadencias

de fugaz melodía.

 

Lámpara luminosidad,

lámpara luz esplendente

encendida

de misterio oracular,

fluyendo a torrentes

y apenas asida.

 

Toda su virtud llamear

de desnuda claridad

ofrecida,

y su vuelo parpadear

con alas celeridad

sólo sentidas.

 

Ráfaga luz incendiaria,

ráfaga lumbre de astros

adormecida

en el espejo del agua,

roto si la sed sus labios,

o apenas decirla.

 

Clarividencia cristal,

diáfano río sonando

la poesía,

y su veloz parpadear

en tu ansiedad un resabio

de melancolía.

 

in“Racimos“, (1998)

(Inédito)

       ♦♦♦

Cuando vuelva a casa

Cuando vuelva a casa

Madre me abrirá la puerta,

 y quedará frente a mí

como una estatua viviente.

 

¿Qué le diré a Madre

cuando vuelva a casa

y me abra la puerta?

 

Y me besará la frente,

y me apretará las manos,

y me mirará en los ojos

con sus ojos de niebla.

 

Y tocará mis mejillas,

y girará en torno a mí

palpando mis ropas,

sacudiendo el polvo.

 

Madre me abrirá la puerta,

y en sus labios muertos

todas las lenguas terrestres

se agolparán, gritando.

 

¿Pero qué le dire a Madre

cuando vuelva a casa

y me abra la puerta?

 

in “Indumentaria”, (1998)

(inédito)

♦♦♦

Desde la noche

De la noche hasta mi corazón

llegan náufragos difuntos,

viajeros que vi partir

desde mis horas vacías

y cuyo rumbo guiaron

sucesos conmovedores.

 

Regresan mustios y heridos,

llorando de otoño espeso,

escrita en sangre y derrota

la bitácora marchita.

 

No me llaméis vuestro padre

ni vuestra antigua morada,

aquél que rezó y bendijo

vuestra partida está enfermo,

no pidáis paternidad

para el luto a mi bandera.

 

Yo sé que de noche existo

como un puerto de naufragios

que el soplo de las tormentas

abastece de despojos,

y sólo desamparados viajes

regresan pidiendo amparo.

 

Remece mi corazón

el llanto de lo que vuelve,

avergonzados viajeros

piden perdón a mi puerta,

días que vi morir

se levantan desde el tiempo.

 

Noche de estrellas azules

cayendo contra el mundo,

nada conjura el acoso

de su color homicida,

besa mi boca el verdugo

embajador de su origen.

 

Acaso la vi partir

y mis viajes la buscaron;

la vi zarpar y mis naves

se hicieron hacia su ruta;

la vi fallecer en mí,

y en mí quise encontrarla.

 

Acaso tal vez mis náufragos

hallaron su sepultura

navegando en mi interior

que en la noche reencuentro.

Acaso tal vez yo soy

el único que no ha vuelto.

In “Aguas tumultuosas”, (1976)

Ulisses Varsóvia  Naci en 1949 en Valparaiso, Chile, soy docente universitario, me doctore en Alemania, he publicado unos 25 poemarios, y me publican numerosas revistas de internet, actualmente resido en Suiza, sigo escribiendo poesia.